Presidente Trump (II): Mensajes

November 12, 2016

La entrada principal del MIT da un vestíbulo (lobby 7), con su cúpula y sus columnas, todo muy regio e imponente. Sirve de sitio de paso de estudiantes y para que los turistas se hagan fotos, prácticamente a partes iguales. Pero, en días especiales, también funciona como una especie de foro romano, donde la gente puede reunirse, hablar, manifestarse, colgar anuncios y expresarse en general.

A veces son chorradas frikis, como un muñeco vestido de Marty McFly el 21 de octubre del 2015, el día en que se regresaba al futuro. A veces son señales de duelo, por gente como David Bowie o Alan Rickman. Y otras veces es expresión política: carteles de Black Lives Matter recogiendo las últimas palabras de negros muertos a manos de la policía, o mensajes contra las violaciones en los campus universitarios.

El miércoles, las columnas aparecieron forradas en papel, pidiendo a la gente que escribieran sus miedos y sus esperanzas. Cada vez que pasaba por allí había gente leyendo, pero también escribiendo. Esa misma noche estaban llenas.

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Había, como es de esperar, un poco de todo, pero algunos de los mensajes eran francamente conmovedores: homosexuales preocupados por su matrimonio, mujeres dolidas por lo que perciben como un ataque de misoginia nacional, immigrantes ilegales con miedo a la deportación, minorías dudando de que el país les considere de menor valor que un hombre blanco, preocupación por el medio ambiente, por la división del país, por la civilidad, por el futuro… Cuando un mensaje recibe especial aprobación popular, el resto de la gente escribe “this” o +1 a su alrededor, en señal de apoyo. Había ejemplos de esto tanto es los miedos como en las esperanzas.

Aquí están algunos de los que más me impresionaron:

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I grew up in the rural South. Racism was a daily part of life. The people in my hometown are celebrating their new “freedom of speech” – I fear that this will only encourage their racist rethoric.

Crecí en el sur rural. El racismo era parte de mi día a día. La gente de mi pueblo están celebrando su nueva “libertad de expresión” – me temo que esto sólo alentará su retórica racista.

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How do you rationalize the way that your own family chose to vote? How do you continue to love and understand them when they just voted in a way which not only threatens your future job/etc. but in a way that also threatens you as a person?

¿Cómo racionalizas la manera en la que tu propia familia elige cómo votar? ¿Cómo continúas queriéndolos y comprendiéndolos cuando acaban de votar en una forma que no sólo amenaza tu futuro trabajo/etc., pero en una forma que te amenaza como persona?

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I am afraid of being raped again in a world where talk of such violence is so normalized. I love ownership of my own body again. I’m afraid of the same thing happening to my sisters and friends. I’m afraid for the violence and hate my friend’s and family of marginalized groups face. I’m afraid all our progess on climate will be undone.

Tengo miedo de que me violen de nuevo en un mundo en que dicha violencia está tan normalizada. Me encanta volver a ser dueña de mi propio cuerpo. Tengo miedo de que le pase lo mismo a mis hermanas y amigos. Tengo miedo de la violencia y odio que mi familia y amigos de  grupos marginalizados sufren. Tengo miedo de que se deshaga nuestro progreso contra el cambio climático.

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Rights to my body taken away. Rights to love my partner outwardly taken away.

Que me quiten los derechos sobre mi cuerpo. Que me quiten los derechos de querer a mi pareja de forma visible.

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That we are so stuck in our liberal, urban pockets that we have become out of touch with the other half of the nation.

Que estamos tan encerrados en nuestros reductos liberales y urbanos, que hemos perdido contacto con la otra mitad de la nación.

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My parents voted for Trump, and now I feel so alone, so betrayed, like they don’t respect me as a woman. I struggle to understand how they could do this to their two daughters.

Mis padres votaron por Trump, y ahora me siento tan sola, tan tracionada, como si no me respetaran como mujer. Me esfuerzo por entender cómo han podido hacerle esto a sus dos hijas.

 

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I hope to understand the 48% of Americans who disagree with me.

Espero entender al 48% de los americanos que no está de acuerdo conmigo.

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I don’t know how to react honestly. I think I am just in denial to the reality of what is happening. It’s a moment that just I cannot believe is real. It’s a moment that slaps me in the face and tells me about reality. It’s a moment that is hard for me to acknowledge what is happening and how it affects me. It’s hard for me to accept this because I forget that I’m an undocumented person. I accepted America as my nation, I felt as a normal as a normal citizen would; striving for education, yearning for a better future, and wanting a “normal” life. I forget that I have less liberties than my peers because I came to the United States when I was 5 years of age. I forget that I’m neglected of leaving the nation when I want to, I’m excluded of applying to certain jobs because of government contracts, I’m denied of certain scholarships although I have lived here for the past 15 years.

Progress was made when DACA passes under Obama, I saw a faint light of me becoming an American citizen in the future. I saw the faint light of my dreams becoming true, of becoming an individual without all these constraints in travel, opportunities, and education. Now I’m almost certainly losing my DACA the one thing that gave me hope for the future, along with thousands of others. The future of many families like mine and individuals like me have entirely been changed within a single day.

What’s to become of the future? I don’t know, but to hell with it if people think I’m going to give up. I have been working my ass off to get an education, to improve my family’s life, to become an inspiration to other people who have to suffer the unfairness of life. I might suffer setbacks right now or in the future, but I WILL succeed no matter what and not matter who may try to stop me.

I understand. I am undocumented too and so, so, so, afraid. We will get through this. We were born to fight and together we will prevail. No human is illegal.

Honestamente, no sé como reaccionar. Creo que simplemente estoy en negación de lo que está pasando. No puedo creer que esto sea real. Me golpea en la cara y me habla de realidad. Es duro reconocer lo que está pasando y cómo me afecta. Me acuesta aceptarlo porque soy un indocumentado. Acepté América como mi nación, me sentía tan normal como un ciudadano normal; esforzándome por una educación, anhelando un futuro mejor, esperando una vida “normal”. Me olvido de que tengo menos libertades que mis compañeros porque vine a los Estados Unidos cuando tenía cinco años. Me olvido de que no puedo abandonar el país cuando quiero, que no puedo solicitar ciertos trabajos or contratos gubernamentales, de que se me niegan algunas becas pese a que he vivido aquí los últimos quince años.

Hubo progreso cuando Obama paso DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals), vi una pequeña oportunidad de convertirme en un ciudadno americano en el futuro. Vi una pequeña oportunidad de que mis sueños se hicieran realidad, de conventirme en un individuo sin estas restricciones continuas en viaje, oportunidades y educación. Ahora que es casi seguro que vamos a perder DACA, la única cosa que me daba esperanza para el futuro, como a miles más. El futuro de muchas familias como la mía y de gente como yo ha cambiado completamente en un sólo día.

¿Qué va a pasar con el futuro? No lo sé, pero una mierda si la gente cree que voy a rendirme. He estado matándome a trabajar por una educación, para mejorar la vida de mi familia, para conventirme en un ejemplo para otros que han tenido que sufrir injusticias en su vida. Quizás sufra contratiempos ahora o en el futuro, pero TRIUNFARÉ, no importa lo que pase y quién quiera frenarme.

Te entiendo. También soy un indocumentado y estoy tan, tan, tan asustado. Pasaremos por esto. Nacimos para luchar y juntos venceremos. Ningún humano es ilegal

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That “locker room” talk will be spoken out loud, in public, directed at me.

Que la “jerga de vestuario” (como Trump describió su lenguaje sexista grabado por sorpresa) se usará en voz alta, en público, y dirigida a mí.

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It wasn’t too long ago that the protest march and peaceful sit-in were the centerpieces of liberal expression. It wasn’t too long ago that we were fighting against an establishment mired in a politics of segregation and isolationism that shut us out, and it wasn’t too long ago that we won. It wasn’t too long ago that ours was an idea that germinated in the hearts of rebels instead of the minds of officeholders, and it wasn’t too long ago that the rebellion burned this nation to life.
So we’re back there again. So what? We know how to do this. We know how to win this battle. So we’ve got to do it one more time. So what.

No hace tanto que la marcha de protesta y la sentada pacífica eran el centro de la expresión liberal. No hace tanto que luchábamos contra un establishment atascado en una política de segregación y aislacionismo que nos dejaba fuera, y no hace tanto que ganamos. No hace tanto que la nuestra era una idea germinada en los corazones de rebeldes en vez de la mente de gente con cargos, y no hace tanto que la llama de la rebelión trajo este país a la vida. Así que estamos de vuelta ahí. ¿Y qué? Sabemos cómo hacerlo. Sabemos cómo ganar esta batalla. Así que tenemos que hacerlo otra vez. Y qué.

Presidente Trump (I)

November 10, 2016

Inspirado por preguntas de amigos:

Sí, ha pasado.

Pese a las cosas con pinta de tentáculo que le salen de la cabeza, Trump no es Cthulhu. La cosa se va a poner fea, pero no necesariamente a nivel de apocalipsis zombie. Dejen los machetes en casa.

Los Republicanos tienen no sólo la Casa Blanca, sino el Congreso y el Senado. En su mano está controlar a Trump o, movidos por el miedo a ofender al voto que lo ha catapultado a la presidencia, dejarle hacer lo que quiera. Se admiten apuestas.

No está claro que va a ser ese “lo que quiera”, porque el hombre es muy de “estos son mis principios, e independientemente de que te gusten o no, en diez minutos tendré otros”. A lo mejor no es tan fiero el león como lo pintan. Moral nivel Alcoyano.

No, a mí a día de hoy no me afecta: tengo mi visa en regla, soy blanco, hombre, heterosexual, con buen trabajo, y sólo muy ligeramente hispano. Lo que viene siendo un pelotazo. Para un musulmán o una lesbiana negra en la Alabama rural, sin embargo, la cosa puede tener otra pinta.

De hecho lo peor de Trump no es tanto las políticas que va a traer, sino la caterva de descerebrados a los que va a dar alas, paladines de lo que ahora se llama “alt-right”, y que toda la vida de Dios se ha llamado ultra-derecha sexista, racista y filo-nazi.

Sin que esté claro el motivo, las encuestas, a día de hoy, valen lo justo. El error en sí no ha sido muy grande, pero si tenemos varios errores que sistemáticamente van para el mismo lado, hay que replantearse todo un poco.

Los hechos valen poco más o menos lo mismo que las encuestas. Hay que aceptar que vivimos en un clima político post-factual: si el votante se siente inseguro, ya te puedes desvivir a enseñarle estadísticas que demuestran que el crimen está más bajo que nunca, que ya se encargará alguien de explotar ese miedo.

El fenómeno Trump es desconcertante, pero no inexplicable: es el mismo voto detrás del Brexit, de Le Pen, de la ultra derecha en Alemania y Suecia y tantos otros sitios. Es el descontento con el sistema, el miedo al cambio entendido como una forma de vida tradicional que desaparece, una nueva moralidad en claro contraste con aquella con la que se criaron, es una globalización mal vivida y peor entendida. Y ojo: ni mucho meno todos estos votantes son filo-nazis de la “alt-right”, simplemente les pesa más el miedo.

Ligero motivo de orgullo: en España estamos canalizando el descontento de forma más razonable que muchos otros países. Simplificando un poco: prefiero veinte gobiernos de Rivera o Iglesias a uno de Le Pen, Trump o la fauna que se ve por ahí.

Dicho esto, tampoco nos vengamos arriba del todo: habría que ver cómo reaccionaríamos si saliera a la palestra una figura equivalente, o si tuviéramos una distribución racial más parecida a la de Francia o USA.

Diálogo entre dos neuronas

November 10, 2016

– Oye, ¿y retomar lo de escribir?
– Pero si no nos da la vida…
– Ya, pero acuérdate de que pasado un tiempo nos sirve para acordarnos de a qué andábamos dándole vueltas, y nos ayuda a pensar con un poquito de coherencia, y formar discurso y todo eso.
– Pero si vamos de casa al curro y del curro a casa, pura rutina, nada que pensar. No sé qué tendría que pasar para que nos hiciera falta ponernos a escri…

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– …
– Hombre, visto así…
– ¿Aguantaremos más de cinco días seguidos esta vez, o lo de siempre?
– ¿Tú qué crees?
– Ya.
– Pues eso.

La ley

June 13, 2013

A las 18:00 de hoy, esto es parte de la portada de El País:

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A la derecha, refiriéndose al supuesto fraude de Messi, el ministro Wert nos recuerda que la ley es igual para todos, incluso el número uno.

En la columna de la izquierda, compartiendo pantalla como buenos hermanos, una noticia sobre cómo el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo le ha pedido al gobierno que no haga excepciones con la Ley Antitabaco para los casinos de Eurovegas.

Negaciones

February 12, 2013

I

El Papa se jubila. Es el primero en 600 años, y dado que Gregorio XII renunció como parte de una maniobra para resolver el cisma con los Antipapas de Avignon y Pisa (eran tiempos mucho más entretenidos), podemos decir que es, cuanto menos, el primer papa moderno en hacerlo.

Nótese el oxímoron: papa moderno. Estoy hecho un poeta.

Desde el aspecto puramente formal la cosa no deja de tener su aquel: ¿qué es un ex-papa? ¿A qué se dedica un ex-papa? ¿Se quedará con el nombre de Benedicto (con o sin el XVI), o vuelve a ser Ratzinger? ¿Cuánto dura la infalibilidad? ¿Y si Dios le revela algo el 1 de marzo?

En internet no han faltado, además de los chascarillos puros y duros, las comparaciones con la política española del momento: “oh, mira, si se va hasta el Papa, aprende, Rajoy, abdica, Juan Carlos”.

Y sin embargo, Rajoy tiene perfectamente aprendida la gran enseñanza de la Iglesia en el siglo XX y lo que va de XXI, que dice algo así como: “Pedro se echó atrás porque sólo negó tres veces, pero si hubiera seguido así unos años se lo habría acabado creyendo”.

II

Dejar un puesto vitalicio debe de ser muy parecido a morirse, dado que lo que la prensa viene publicando tiene más de obituario que de análisis periodístico. Lo de la portada de La Gaceta, paloma incluida, parece sacado de La Hora Chanante, La Razón no se queda atrás, y así con todos. El País viene a decir que fue un papa muy bueno, si acaso un poco torpe como gestor, rodeado de gente muy mala.

No digo yo que se avecinen cosas peores (y eso que Rouco no suena como papable), pero los últimos años tampoco han estado mal despachados.

Al final va a ser que lo que ha quedado claro es el nivel de objetividad de la prensa española. Eso, o el grado de aconfesionalidad del país. Escoja el lector la opción que le resulte menos deprimente; yo aún estoy dudando.

Menos mal que aún queda por ahí (normalmente en el extranjero) gente capaz de aplicar un punto de vista, digamos, diferente, empezando por Libération y el Papus Interruptus de su portada. En el New York Times, John Patrick Shanley carga contra la falta de mujeres en la Iglesia, y Jason Berry pide que antes de retirarse logre, al menos, que el Cardenal Sodano renuncie. Slate ha republicado un artículo de Christopher Hitchens (y si se rebusca, se encuentran otros) soltando raciones de bilis incluso mayores de lo habitual en él (que ya es decir), y Andrew Sullivan (homosexual, católico, liberal, conservador) ha dedicado gran parte de su extenso The Dish a la abdicación (con su habitual resumen diario del tema aquí).

¿Qué ha logrado poner de acuerdo a un ateo militante con un católico reformista? En este caso (que no es la primera vez), lo que ambos consideran es la gran mancha en el historial de Ratzinger: los abusos a menores en la Iglesia.

III

El País publica un artículo titulado “El pontífice que trató de romper el silencio sobre los abusos sexuales“. Me quedo sorprendido: ¿me habré enterado mal de la historia? ¿Me he perdido la lucha de Ratzinger contra la pederastia?

La ilusión no dura mucho más allá del titular: sí, Ratzinger ha pedido perdón y ha anunciado que las víctimas son su prioridad, pero sólo según dichas víctimas iban saliendo a la luz pese a los esfuerzos de la Iglesia por enterrarlas. Sólo acosado por las denuncias empezó a hacer limpieza. Le ha faltado decir aquello de que todo lo que se dice es mentira, menos alguna cosa que es verdad, y por la que estamos muy apenados.

Romper el silencio, salvar los muebles… Matices semánticos, vaya.

Y eso que ni siquiera se mencionan los abusos bajo el arzobispado de Ratzinger, o su posible responsabilidad encubriendo el abuso de 200 menores sordomudos, y aunque hable del “castigo” (por llamarlo de alguna forma) a Marcial Marcel, no hay palabra sobre su resistencia inicial a actuar frente a los terrible abusos dentro de los Legionarios de Cristo… Por poner algunos ejemplos.

No extraña, por tanto, que políticos de todos los colores apliquen la misma defensa numantina: cómo no admirar a alguien que, tras más de treinta años encubriendo delitos, haya logrado quedar como un reformista. Y no hablamos de tonterías como corrupción política o económica, sino abusos a menores. Para que luego digan que la Iglesia ya no hace milagros…

IV

Siempre que se habla de una campaña sistemática de encubrimiento de cosas no bonitas (ya sean abusos en la Iglesia, la contabilidad del PP, la Casa Real, el PSOE andaluz, las cajas de ahorro o el último susto que nos regale la actualidad), conviene tener en mente que, si bien encubrir un delito puede parecer (moralmente, que de ley estoy frito) menos grave que cometerlo, la diferencia tampoco es muy grande, especialmente si hablamos de cosas con la seriedad del abuso a menores. En las un tanto hiperbólicas palabras de Louis C.K. (en mi opinión, la persona más graciosa del mundo hoy día) en una entrevista en el Daily Show de Jon Stewart:

Louis C.K.: I was going to say that the Pope -bleep- boys. I do think he does, can I defend this?

Jon Stewart: Can I say this? I don’t think that that’s true, although…

Louis C.K.: I do. Well, that’s the thing, he let’s other people do it. And I guess my feeling is this: there’s only two kinds of people. There’s people who are horrified and reviled by child touching with penises, and then…

Jon Stewart: I think that would be all of us.

Louis C.K.: …and then there’s the people who can’t stop having sex with children. There’s no in-between. There’s nobody who is “I don’t do it, but I get it, I don’t want to get, you know…”.

Que traducido, a ojo de buen cubero, quedaría tal que así:

Louis C.K.: Iba a decir que el Papa -pitido- niños. ¿Puedo argumentar?

Jon Stewart: ¿Puedo decir algo? No creo que sea verdad, pero…

Louis C.K.:Yo sí. Bueno, la cosa es, deja que otra gente lo haga. Y mi opinión es esta: sólo hay dos tipos de persona. Está la gente a la que le horririza y repulsa el tocar niños con penes, y luego…

Jon Stewart: Eso seríamos todos nosotros.

Louis C.K.:…y luego está la gente que no puede parar de practicar sexo con niños. No hay intermedios. No hay nadie que diga “yo no lo hago, pero lo entiendo, y no querría ponerme, ya sabes…”

Sobres

January 23, 2013

Los niños vienen en cigüeña, y las pagas extra, por lo que se ve, en sobres cerrados. No todas: ya nos quedó claro que las de los funcionarios eran un gasto superfluo, innecesario, irresponsable casi.

Entre cinco y quince mil euros al mes. Entre sesenta y ciento ochenta mil al año. Entre diez y treinta millones de pesetas, para entendernos. Seamos concisos: mucho dinero.

Y sin embargo el problema no es la cantidad de dinero, ni que fuera dinero B (que ahora resulta que no es una letra, sino un color). Sí, querríamos que nuestros dirigentes fueran gente de bien, honrados, cumplidores no sólo con la letra sino con el espíritu de la ley, pero eso, aparte de una batalla casi perdida, es en este caso insignificante comparado con el daño que los sobres pueden haberle hecho al país.

¿De dónde venía el dinero? ¿A cambio de qué se entregó (porque nadie se cree que en España alguien vaya a soltarle una cantidad importante de dinero a un partido “por lo majos que son”)? ¿Qué nos ha costado a los españoles el sobresueldo de unos pocos? ¿Cuántas obras innecesarias han sido puestas en marcha? ¿Cuántas empresas se han privatizado a precio de saldo? ¿Cuántos servicios públicos se han contratado no con la empresa que ofrecía el mejor servicio al mejor precio, sino la mejor comisión? ¿Cuántos aeropuertos sin aviones, estaciones de AVE sin pasajeros y hospitales sin pacientes iban dentro de esos sobres?

¿Cuánto queda para que los españoles prefiramos que los políticos se suban el sueldo ciento ochenta mil euros al año a cambio de que al menos no arruinen al país? Robadnos, pero al menos no nos jodáis la vida.

Preocupante es también la timidez de Rubalcaba, no sabemos si porque sigue sin verlas venir o porque lo que ve venir es que la misma mierda le puede saltar en su partido el día menos pensado; la tibieza de los dirigentes del PP, en espera de que la tormenta se disipe sola; el silencio de CiU, que bastante tiene con lo suyo; la respuesta de IU y los sindicatos, que imagino que aún están recuperándose de su participación en el pastel de las cajas de ahorro. Preocupante es que sospechemos que la excepción no confirma la regla, sino que lo que debería ser excepción se ha convertido en regla.

En los países serios el debate político se centra ahora en el papel del Estado. Hay quien dice que el Estado debe proteger a los ciudadanos, fomentar la igualdad, mantener unos servicios públicos fuertes, mientras que hay quien dice que el Estado lo único tiene que hacer es ofrecer un marco legal serio, una serie de servicios mínimos, y que la empresa privada y las leyes del mercado están capacitadas para encargarse del resto de forma eficiente y competitiva.

Mientras en otras partes se discute cuánto de cada modelo conviene aplicar, aquí hemos solucionado el problema por la vía rápida. El Estado es incapaz de sostener los servicios públicos, porque se está gastando el dinero en dinamitar el libre mercado. Hospitales cerrados y aulas abarrotadas para pagar rescates a empresas fallidas y obras faraónicas adjudicadas a dedo. Matar lo mejor del socialismo y del capitalismo con la misma bala, y quedarnos con lo peor de cada casa. Algo así como tirar por la vía de enmedio, pero en dirección contraria.

Para que luego digan que en España no innovamos…

Votando

November 6, 2012

Empiezo a ver los primeros comentarios en Facebook de amigos americanos que han votado ya (descontando, claro está, a los que votaron por correo), pero aún quedan horas para que se sepa nada medio fiable (CNN tiene una estupenda página preparada, pero está todo en blanco). Recordemos, para matar el tiempo, cómo va la cosa:

Los votos electorales

Reliquia de cuando las colonias, cuando un candidato gana un estado (incluyendo a Washington D.C.), se lleva todos los votos electorales del mismo, menos en el caso de Nebraska y Maine, que quizás para ahorrarse el acoso de los candidatos, pueden repartirlos.

En la práctica esto significa que ni Romney le va a dedicar mucho esfuerzo a Nueva York, ni Obama a Texas, y que la cosa se decide en los swing states, que son los que no tienen una mayoría clara. Este año la cosa se decide en, por orden de número de votos electorales, Florida, Ohio, North Carolina, Virginia, Winsconsin, Colorado, Iowa, Nevada y New Hampshire, con el resto básicamente vendidos.

Aún más en la práctica: si vives en Ohio, hace meses que te dan la murga sin parar.

La victoria

A día de hoy (el número de votos por estado cambia), ganar consiste en sacar 270 votos. El New York Times tiene un fascinante gráfico interactivo, demostrando todas las posibilidades de que gane cada candidato. Entretenidísimo. Por ejemplo, si Obama gana Florida (poco probable), Romney tendría que ganar todos los otros estados en liza para ganar. Si Romney gana Florida y Ohio, Obama se queda con 60 combinaciones, y Romney con 64. En total hay 512 opciones, 431 combinaciones en las que gana Obama por 76 en las que lo hace Romney. Algunas suponen victorias ajustadas, mientras que otras darían lugar a diferencias en votos que parecerían una paliza, sino fuera porque, en voto popular, la cosa va a estar ajustada sí o sí.

Pero, ¿y las cinco opciones que faltan para sumar 512, pregunta el astuto lector?

El empate

Un empate sería una situación rocambolesca y tirando a fascinante, pero no imposible . ¿Qué ocurre entonces? El nuevo Congreso (recordemos que también se renuevan parte de las cámaras) elige al presidente, y el Senado al vicepresidente, con el voto del actual vicepresidente decidiendo posibles empates en el segundo caso.

A efectos prácticos, y según las predicciones, un empate resultaría en Romney como presidente y Biden como vicepresidente. La disfuncionalidad al cuadrado.

Las predicciones

Todo el mundo parece estar de acuerdo en que los cinco casos que llevarían a empate son poco probables, pero casi nadie quiere mojarse más allá de eso. Excepto Nate Silver, que se hizo famoso con estadísticas sobre béisbol, y que en las elecciones de 2008 fue capaz de predecir 49 de los 50 estados (menos Indiana, que se decidió por un 1% del voto) y los 35 senadores que se elegían al mismo tiempo. Esto le hizo famoso, y le ha llevado a tener blog en el NYT. Su opinión es de todo menos tímida (ahora mismo, con predicción del 6 de Noviembre a las 10 de la mañana en España), da un 91.6% de probabilidades de que Obama gane. La gente ha criticado sus métodos sin aportar números (sólo impresiones y vaguedades); él ha dicho que si alguien quiere apostar, está dispuesto; el NYT se ha enfadado porque lo de apostar no es elegante; gente sale a defenderle… Un jaleo, vaya. Y todo esto teniendo en cuenta que si ganara Romney eso no querría decir que su modelo está mal: podría ser que ha salido una opción del 8% que le da de ganar. La única forma de comprobar la validez sería celebrar 1000 elecciones independientes, y ver la media. Y desde luego no quiere decir que Obama vaya a ganar con el 90% del voto, como dicen algunos. El peligro de la estadística: la mayoría no la entiende, pero todo el mundo cree que sí.

Las anécdotas

No van a faltar, desde las votaciones a oscuras en Nueva York y New Jersey hasta la ley en Winsconsin que prohíbe publicar fotos de la papeleta rellena. La ley tiene como objetivo impedir que la gente pueda vender su voto, y usar una foto como prueba, pero los que por poco se meten en problemas han sido un alto cargo demócrata y otro republicano, que desde luego no son sospechosos de haber vendido nada.

California

California y su democracia directa le dan otro toque de color añadido al tema. Once proposiciones a nivel estatal, incluyendo la 34, que cambiaría la pena de muerte por cadena perpetua, más un sinfín de proposiciones locales, un batiburrillo de impuestos, cambios en districtos escolares o electorales y otros tecnicismos, aliñados por perlas exóticas como la proposición B de Los Angeles, que obligaría a los actores porno a llevar condón, lo que puede que llevara a la industria del porno a mover el chiringuito, provocando pérdidas millonarias (y ganancias en otro sitio). Los caminos de la urna son, cuanto menos, pintorescos.

 

Anécdotas y datos

October 15, 2012

Antes del primer debate presidencial de las elecciones estadounidenses, y para minimizar el efecto de la posible derrota, ambos partidos se dedicaron a anunciar que el otro iba a ganar, y que aguantar el tipo ya constitutía una victoria. Al final resultó que los demócratas llevaban razón.

Tras prácticamente un año convertido en un robot sin empatía, sin ideología clara, sin mensaje y casi sin capacidades verbales básicas, Romney resucitó de sus cenizas y ofreció su mejor cara en años. A Obama, en cambio, se le vio titubeante, poco preparado, enfangado en respuestas largas y tortuosas. Da igual que Romney siguiera sin dar muchos detalles sobre sus planes (por ejemplo, con qué método mágico pretende bajar los impuestos sin recortar el gasto social y aumentando el militar más de lo que pide el Pentágono), y que gran parte de lo que dijo fuera de una exactitud, digamos, dudosa: fue más claro, más comercial, más carismático, fue incluso gracioso (gran novedad), y ganó el debate por goleada. Visto el cambio con respecto al último año parecía, francamente, una de esas películas en las que dos personas cambian de cuerpo.

Si hubiera sido al revés no hubiera faltado algún pirado con programa de radio acusando a Obama de hacer vudú keniata socialista.


Por mucho que se ponga como ejemplo el de Nixon y Kennedy, es raro que los debates tengan influencia tangible en las elecciones, pero como Romney pegó un notable subidón en las encuestas tras el debate, de repente los debates se han vuelto parte fundamental de estas elecciones, incluyendo el debate vicepresidencial, cuya importancia es tradicionalmente entre mínima e inexistente. En este caso tenemos a Paul Ryan, niño bonito del Tea Party, joven, carismático y supuestamente hábil con los números y los detalles (por más que no se vieran durante la Convención Republicana), frente a Joe Biden, un dinosaurio de la política, con pinta de abuelete simpático y apacible, y con fama de cagarla (con gracia, pero cagarla al fin y al cabo) cada vez que habla.

Y de nuevo contra pronóstico, Biden parecía otro: relajado, sonriente y seguro de sí mismo, pero también preciso, rápido y con una agresividad insospechada, cortando la mayoría de los argumentos de Ryan. De nuevo como en una película, en este caso una especie de señor Miyagi que resulta ser un maestro de las artes marciales tras años disimulando.

El debate en general fue inusualmente agresivo y combativo (en parte porque los candidatos a vicepresidente pueden permitirse unas libertades que los presidenciales no pueden), y no han faltado críticas al estilo de Biden, especialmente a su forma de atacar, ridiculizar e incluso interrumpir los argumentos de Ryan que consideraba incorrectos. Christopher Hitchens veía claras diferencias entre los estilos de debate parlamentario británico y americano: mientras que en los primeros se busca ganar, usar la retórica para desmontar los argumentos ajenos y mostrar la superioridad de los propios, en el Congreso y el Senado americano la cosa se limita a exponer la opinión propia, por turnos, y al final legislar buscar algún tipo de consenso, normalmente en negociaciones a puerta cerrada. Se ataca un poco el discurso ajeno, pero casi por compromiso. El sistema tiene sus ventajas, pero en estos días de polarización extrema en lo político casi pesan más los inconvenientes: no se llega a ningún consenso, pero tampoco se hace un esfuerzo serio por desmontar las (cada vez más frecuentes) verdades forzadas (por no decir mentiras) ajenas. Es esta tradición la que Biden se ha saltado a la torera, interrumpiendo a Ryan todo lo que ha querido y más. Yo, en este caso, no me opongo mucho: es cierto que interrumpir un argumento en un debate está feo, pero si el argumento empieza con una mentira, y se sustenta sobre ella, francamente, nos podemos ahorrar el resto.

Y sin embargo, para mi gusto, Biden perdió la oportunidad perfecta para desmontar uno de los mayores vicios de la política hoy día, especialmente por parte del Tea Party y otras ideologías a favor de reducir el gobierno, y que es el confundir anécdotas con datos.

En el minuto 25, Ryan menciona como Romney ayudó a una familia, miembros de su templo, que sufrieron un trágico accidente de tráfico, pagando entre otras cosas la universidad de sus hijos. El argumento es, se supone, un ejemplo de cómo Romney se preocupa por los individuos, y de cómo dona muchísimo dinero cada año, y de cómo esas donaciones permiten que quien lo necesite se recupere de una tragedia. Biden se limitó a señalar que no duda de que Romney se interesa por los individuos, a recordar que él entiende lo que se sufre con un accidente de coche (su mujer y su hija murieron en uno), pero luego cambió de tema, atacando la opinión de Romney acerca de la industria automovilística.

El argumento esencial, que Biden no usó, es este: no todo el mundo tiene un millionario generoso en su iglesia. La sociedad debería garantizar que todo el mundo pueda recuperarse de una tragedia, que todo el mundo pueda garantizar que sus hijos vayan a la universidad, que todo el mundo pueda costearse una sanidad decente. El hecho de que haya una familia cuya vida mejora gracias a la interveción directa de Mitt Romney no quiere decir que, como sociedad, podamos confiar en que todas las familias vayan a tener un Romney que les ayude.

Más breve: las anécdotas no son datos.

No es un hecho aislado. Otro ejemplo reciente: el senador Rand Paul, hijo del también senador y campeón libertario Ron Paul, ha publicado hace poco un libro, Government Bulllies, con ejemplos de leyes que acabaron teniendo efectos opuestos a los deseados, con la conclusión, según él clara, de que hay que recortar el gobierno. En una entrevista Jon Stewart le decía que lo mismo que se podían buscar esos ejemplos podían buscarse otros donde el gobierno queda como héroe, o el libre mercado como villano, o cualquier combinación, y que a lo mejor había que centrarse en un gobierno más eficiente, y no en menos gobierno. Paul esquivó el argumento con más resolución que gracia.

Y así van estas elecciones, con Obama y Romney contando historias de tal y cual pequeño empresario con el que hablaron en tal y cual estado, y al que tal y cual medida del gobierno le ha salvado la vida o se la ha hundido, según quien cuente la historia (ejercicio: averigüe el astuto lector qué caso suele contar qué candidato). Es comprensible añadir un poco de toque humano aquí y allá, una historia que añada algo de color, un ejemplo curioso o memorable, para así vender mejor un argumento. El problema es cuando, después de la anécdota, no hay nada más. Por eso fue tan sorprendente el discurso de Bill Clinton en la Convención Demócrata, casi una hora plagada de datos, porcentajes, números y sustancia en general.

Siempre ha sido difícil conciliar los datos que aporta cada partido, expertos a estas alturas en buscar la mejor forma de presentar una estadística o un índice, pero mucho peor es que ahora ni siquiera haga falta, porque las campañas se basan cada vez más en ideologías adornadas por historias a cada cual más simplista y sentimentaloide.

The Eagle has landed

August 27, 2012

De vez en cuando pasa algo que une a la humanidad, aunque sea momentaneamente. Suele ser una tragedia, ya sea un atentado, una catástrofe de la naturaleza, o un accidente. Muy de vez en cuando es por un motivo más alegre.

El 20 de julio de 1969, tras tres días de viaje, Neil Armstrong pilotó el Módulo Lunar del Apollo 11 hasta el Mar de la Tranquilidad, se puso el traje, salió de la nave, y puso el pie en el suelo de la Luna.

Y así sin más, la humanidad había logrado vencer a la gravedad, salir de la órbita terrestre y caminar sobre otro cuerpo celeste.

Hace ya cinco años fui con varios compañeros de clase, todos flipados del tema espacial, a ver In the Shadow of the Moon, un documental que cuenta la historia del programa Apollo a base de entrevistas con diez de los astronautas que la pisaron o que, en el caso de Jim Lovell en el Apollo 13, debieron haberla pisado. Hablan del accidente que costó la vida a tres astronautas, del entrenamiento, de cómo se sintieron al librarse de servir en Vietnam, de la responsabilidad, del orgullo, de lo que supone la Luna para ellos, de su experiencia. Una maravilla de película.

Hay varios momentos que me pusieron los pelos como para colgar un cuadro…

También hablan mucho de Neil Armstrong, que como era normal en él, no aparece. Cuentan la historia que quizás le define mejor, la del  día en que tras salvarse de morir en un accidente por apenas segundos, eyectándose de un prototipo a punto de explotar, se fue directamente a la oficina, porque tenía que acabar el papeleo. Hablan de su sangre fría, de su calma, de cómo era la opción perfecta para ser el primer hombre en la Luna, y de cómo su decisión de prácticamente desaparecer de la vida pública ayudó a darle un aire de misterio. Un héroe de leyenda que se retira cuando su misión ha acabado.

El documental está en Youtube partido en diez partes, la primera aquí:

Armstrong ha muerto en una época en la que Estados Unidos no tiene forma de enviar astronautas al espacio, en la que ningún país tiene los medios para sacarlos de la órbita terrestre, y en la que no parece que las cosas vayan a cambiar mucho próximamente.

Lo de explorar el espacio con sondas y robots está muy bien, y prueba de ello es la polvadera mediática que ha levantado Curiosity, pero sigue sin compararse con lo que supone un programa espacial tripulado. No es una discusión sobre la cantidad o calidad de la ciencia que se consigue, sino con su capacidad para inspirarnos: la gran mayoría de la gente de la NASA que conozco cuentan que si están ahí es en gran parte por haber visto el programa Apollo en televisión cuando eran niños, que crecer en ese ambiente hizo que la decisión fuera obvia.

Me cuesta imaginar lo que supuso en su día el ver como una persona caminaba sobre un mundo nuevo, la culminación de uno de los proyectos más ambiciosos y gloriosos en la historia de la humanidad.

Y como bien muestra xkcd, llevamos demasiado tiempo sin hacerlo:

Inacabado

August 24, 2012

– Pero a ver que yo lo entienda, ¿cómo se ha metido en este berenjenal?

– Pues mire usted, yo estaba viendo que la cosa estaba cada vez más estropeada, y que alguien tenía que arreglarlo.

– Quizás alguien cualificado hubiera sido mejor, ¿no cree?

– Bueno, yo ya ayudé a arreglarlo una vez, y pensé que esto iba a ser poco más o menos lo mismo, pero no sé, quizás aquella vez era una cosa menos delicada…

– ¿Y no había nadie responsable para ponerle freno? ¿Alguien con un poco de criterio?

– Oiga, que no he actuado a escondidas, que las autoridades pertinentes sabían perfectamente lo que estaba haciendo.

– ¿Y no le han dicho nada?

– Al contrario, si todo lo que he hecho es porque me lo han pedido.

– Pues lo han dejado que es para verlo, francamente…

– Oiga, pero es que no hemos acabado.

– Claro, ahora nos va a contar que con un poco más de tiempo iba a quedar como nuevo, ¿no? Diga la verdad, hace tiempo que se dio cuenta de que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, pero ya era tarde para parar.

– ¡No es eso! ¡No está acabado! ¡No se puede juzgar aún!

– Pues nada, para usted la perra gorda, señor Rajoy.

 

Se le está poniendo cara de prima de riesgo.